«Esta noche no he dormido bien. Me levanto cansada y con pocas ganas de empezar el día, y mucho menos de ir a trabajar. Me preparo un café y leo el mensaje de la taza: “Olvida tus preocupaciones y sonríe”. Lejos de animarme, me chirría tanto que cambio de taza. Está lloviendo a cántaros, el tráfico es muy denso y llego tarde a la primera reunión del día. Después, mi jefa me muestra su enfado por mi retraso, era una reunión con clientes importantes y tenía que haberlo previsto. Aguantando mi frustración, me siento ante el ordenador y veo a su lado el cuaderno de mi compañero, en cuya portada aparece un emoji sonriendo de oreja a oreja y diciéndome: “La vida es maravillosa, sólo depende de ti”. Mi frustración se convierte en enfado y hasta me siento culpable por no poder sentirme feliz.»
Esta es una historia real con la que quizás te hayas sentido identificado/a en alguna ocasión. De todas partes nos llegan mensajes sobre la importancia de ser feliz, de relativizar los problemas y de disfrutar de la vida. Sin embargo, esta no es una visión real; es más, puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar emocional
En el post de hoy vamos a analizar la base del pensamiento positivo y a aprender a diferenciarlo de la Psicología Positiva.
¿Qué es el Pensamiento Positivo?
La tradición del pensamiento positivo se basa en tres principios fundamentales (Béjar, 2014):
- Mantiene que la felicidad es un don supremo.
- Defiende que nuestros problemas tienen causas psicológicas, dejando de lado los factores sociales, culturales, políticos o económicos.
- Sostiene que los problemas son tratables y se pueden solucionar a través del pensamiento positivo.
Es decir, anima a pensar que no hay nada malo en el sistema y que lo que está mal tiene que ver con la actitud personal de cada uno/a. Esto puede hacer que te sientas mal no sólo por lo que te pasa, sino también por no sentirte bien. Como en el caso de Carolina, puedes llegar a sentirte fracasado/a por no ser capaz de mantener una actitud positiva.
Diferencias entre Pensamiento Positivo y Psicología Positiva
Hacemos hincapié en su definición y en la importancia de saber distinguirla del pensamiento positivo y las pseudociencias.
La Psicología Positiva pone el foco en nuestros recursos personales, en las fortalezas, las emociones positivas o el sentido vital, pero sin negar jamás el derecho a sentir tristeza, enfado o cualquier otra emoción desagradable.
Es muy importante distinguir que llevar el foco de atención a lo positivo no implica que con esto se consiga cambiar la realidad (como en el pensamiento positivo). Simplemente se basa en el hecho de que cada situación vital tiene aspectos negativos, neutros y positivos, así como agradables y/o desagradables. La Psicología Positiva pretende hacernos conscientes de lo positivo que ya hay y, a partir de ahí, obtener una visión más completa de la realidad.
La Psicología Positiva busca un camino intermedio, el del equilibrio, en el que hay un espacio para la frustración y el miedo, pero también una toma de conciencia de que el optimismo y las acciones constructivas nos ayudarán a afrontar situaciones difíciles de forma más resiliente.
Claves diferenciadoras:
- La Psicología Positiva no busca generalizar ni sonreír todo el tiempo.
- Cuando hay una emoción afectivamente desagradable y fuerte, primero tenemos que atender a la emoción, una vez gestionada la emoción podemos reconstruir una versión más positiva de la situación.
- Aunque es cierto que la actitud positiva ha mostrado estar positivamente relacionada con las conductas de salud favorables y la longevidad, esto no significa que ese uso de esta actitud se convierta en un “siempre todo es fantástico”.
Otro elemento importante a destacar de la Psicología Positiva es que se considera una CIENCIA. ¿Por qué? Porque los modelos, técnicas y ejercicios que utiliza se basan en el método científico, es decir, se han estudiado y validado previamente para demostrar que son efectivos en un tanto por ciento significativo de la población (no se deben al azar o al efecto placebo). Existen incluso estudios longitudinales y meta-análisis, frutos de años de investigación.
En esta tabla puedes ver de forma más clara las diferencias entre pensamiento positivo y Psicología Positiva:
PENSAMIENTO POSITIVO | PSICOLOGÍA POSITIVA |
La felicidad depende sólo de la forma de pensar. | Se centra en tus recursos para mejorar tu bienestar psicológico. |
No tiene en cuenta el contexto de la situación. | No niega las emociones negativas ni te obliga a ser feliz. |
Las emociones desagradables son vistas como algo negativo que hay que evitar. | Se basa en el método científico. |
No tiene en cuenta otros factores que influyen en el bienestar emocional. | Se han descubierto variables que influyen en tu bienestar: fortalezas personales equilibradas, sentido vital, logro, emociones positivas, etc. |
Conclusiones
- Puede haber momentos en los que va a ser sumamente difícil cambiar nuestra forma de pensar acerca de un evento negativo desagradable de nuestra vida, sobre todo cuando hay mucha incertidumbre.
- En estos momentos el cambio de pensamiento resulta complicado o incluso contraproducente (porque podemos creer que no “debemos” pensar de forma negativa).
- En estos casos es más útil centrarnos en otros elementos que promueven el bienestar, por ejemplo, la gestión emocional, la autoeficacia, la autonomía, las relaciones, el flow, etc.
- Lo que es beneficioso o no siempre dependerá del contexto.
No simplifiquemos. La Psicología Positiva busca un enfoque equilibrado donde tienen cabida todas las experiencias humanas, tanto las problemáticas como las que contribuyen al bienestar. Esta es la diferencia fundamental de la Psicología Positiva con la corriente del Pensamiento Positivo.
Conocer tus fortalezas es una llave para fomentar el bienestar. Si quieres descubrir todas las herramientas para aumentar el bienestar.
Solicita información y con gusto aclararemos todas tus dudas.
email asociación@activosyfelices.org
Fuentes de datos:
- Béjar, H. (2014). Los orígenes de la tradición del pensamiento positivo. Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social, 14(2), 227-25
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